La semana pasada, el martes día 8, le pedí a nuestro profesor que me dejara hablar con mis compañeras, ya que soy la delagada de clase. El tema a tratar me parecía importante, pues se trata de la especialidad que tenemos que elegir en cuarto. La cuestión es que, como estudiantes de Educación Infantil, tenemos menos oportunidades para trabajar en nuestra especialidad y, además, tenemos que formarnos más para poder trabajar como pedagogos teráupeticos, profesores que trabajan con niños con necesidades educativas especiales, o como profesoras de música o de idioma extranjero. Al hilo de este tema hubo un pequeño debate, ya que Daniel es parte del equipo de la facultad. De ese debate saqué dos conclusiones: no podemos trabajar solas (tenemos que implicar a todos los estudiantes de magisterio de las tres capitales y a los sindicatos) y, a pesar de ser muy difícil de conseguir, estamos dispuestas a intentarlo, por nosotras y por todas las futuras maestras y todos los futuros maestros de Euskadi.
Después del debate, vino lo que verdaderamente estaba relacionado con la asignatura. Daniel nos explicó que en aquella clase íbamos a aprender a utilizar el Word, lo cual nos extrañó porque usamos esa aplicación continuamente para hacer los trabajos. Empezamos por cosas simples, como marcar el interlineado, elegir un tipo de letra... Más tarde, hicimos una portada para el taller que vamos a realizar y también creamos un índice y marcamos el número de páginas. Lo cierto es que la clase fue necesaria ya que, después de tantos trabajos, aún no sabemos hacer muchas cosas básicas. Sin embargo, habría que reflexionar sobre la idea de utilizar y darle la prioridad a un sistema de pago en una universidad pública. Además, como usuaria de LibreOffice, me sentí excluida ya que las indicaciones que daba nuestro profesor solo sirven para el Word. Por lo tanto, estaría bien tener en cuenta que hay varias opciones aparte del Word, aunque no sean tan conocidas y no las utilice tanta gente.
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